¿Con quién me casaré?
Primera Parte
Esta es una de las preguntas cruciales que confronta la juventud. La gran mayoría de los jóvenes quiere casarse y ser feliz. Dios así lo quiere. Pero la decisión de elegir al compañero/a no siempre resulta sencilla.
CUANDO UN JOVEN CRISTIANO PIENSA EN CASARSE, ANHELA HACER LAS COSAS DE LA MEJOR MANERA, DESEA COMENZAR CON UN FUNDAMENTO SÓLIDO :
- El joven no quiere edificar su casa sobre la arena sino sobre la roca. Si tienes a Cristo en tu corazón no tienes por qué fracasar, caer o arruinar tu vida. Con el Señor Jesús en tu vida podrás formar un hogar precioso donde valga la pena vivir.
- Dios dice: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él.” O sea que el cristiano y la cristiana, cuando están pensando en formar una pareja, están buscando a aquella persona que Dios ya ha elegido. Una ayuda idónea, una persona acorde a mis necesidades y, al mismo tiempo una persona que necesita lo que yo tengo para darle.
- El cristiano no busca a su pareja por motivos puramente egoístas (al menos no debiera ser así). Es verdad que el joven necesita una esposa; pero a su vez, cuando está pensando en la compañera, debe preguntarse: “¿A quién podré bendecir? ¿Quién necesita lo que yo tengo para ofrecer? ¿A quién puedo ayudar? ¿A quién puedo amar con todo mi corazón y para quién puedo ser una bendición?
Ahora, hay otro punto importante que mencionar:
EL CRISTIANO ESTÁ UNIDO PARA SIEMPRE:
No es como una mariposa ni como una abeja que va de flor en flor para ver cuál es la más dulce.
La Biblia dice: “Ningún hombre debe separar lo que Dios juntó” (Mateo 19.6). El cristiano verdadero piensa en casarse y vivir unido al cónyuge en amor, paciencia, ternura y perdón constantes, hasta que la muerte los separe.
Cuando existe la voluntad sincera en el corazón, el Espíritu Santo se ocupa de guiar al joven cristiano.
“Yo soy el Señor Dios de ustedes...
que los guía por la senda que deben seguir.”
(Isaías 48.17).
Hoy en día hay una gran confusión como resultado de novelas baratas, películas pornográficas y también como resultado de ciertas pautas culturales erradas. La palabra amor es una de las más distorsionadas de nuestro léxico.
El término amor se ha prostituido. La gente cree que la palabra amor es sinónimo de sexo. Pero en realidad amor y sexo no son sinónimos. Amar no implica, necesariamente, tener relaciones sexuales. Así como tampoco el tener relaciones sexuales implica que haya amor. El sexo es para expresar amor, pero no siempre el amor se manifiesta a través del sexo.
La Biblia dice que debemos amar a todos porque “Dios es amor” (1Juan 4.8). ¿Cuál es la esencia del amor? Según la Epístola a los Gálatas, el amor es servicio. La señal de que amamos a alguien es que servimos a esa persona. “Ustedes fueron llamados a libertad; pero no a la libertad de hacer lo malo sino a la libertad de amar y servir a los demás” (Gálatas 5.13).
El amor se revela en el servicio. Amor es aquello que hace buscar el bien de la otra persona, es el fundamento de la vida en relación. El amor es la clave de un noviazgo y un matrimonio feliz. Examina tu corazón. Si crees amar a un joven o una chica, pregúntate: “¿Siento la clase de amor que se describe en el pasaje de 1Corintios 13?”.
¿CÓMO CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS PARA MI VIDA? :
Para ello es necesario que te preguntes:
- ¿Es o no es verdadero creyente en Cristo?:
- La Biblia es terminante con respecto a que el cristiano no debe casarse con un incrédulo.
Hay un gran énfasis en las palabras de San Pablo.
“No se unan en matrimonio con los que no aman al Señor, porque ¿qué puede un cristiano tener en común con los que viven entregados al pecado? ¿Cómo puede la luz llevarse bien con la oscuridad? Y ¿qué armonía puede haber entre Cristo y el diablo? ¿Cómo puede un cristiano estar de acuerdo con un incrédulo? Y ¿qué unión puede existir entre el Templo de Dios y los ídolos? Ustedes son el templo del Dios viviente, y el Señor dijo de ustedes: “Viviré en ellos y caminaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.” Por eso el Señor dice: “Salgan de en medio de ellos, apártense; no toquen sus inmundicias, y yo los recibiré con los brazos abiertos.” (1 Corintios 6.14-17). “No se unan en matrimonio con los que no aman al Señor”, dice Dios, y es terminante. También lo dice el sentido común; seamos, pues, inteligentes. La experiencia también lo dice, así que no la rechacemos. Hay que considerarlo muy seriamente.
Si desobedeces a Dios en esta cuestión, desperdiciarás tu vida. No habrá felicidad. Tu hogar nunca llegará a ser un hogar feliz, maravilloso, lleno del Espíritu Santo y de la gloria de Dios. Ten por seguro que de esa manera no encontrarás la plena felicidad que Dios te tiene reservada.
Casarse con un inconverso es un pecado contra Dios, un pecado contra ti mismo y contra los hijos que vendrán. Casarse con un no-cristiano puede llegar a ser el fracaso más grande de tu vida.
Alguien ha dicho satíricamente: “Cuando un hijo de Dios se casa con un hijo de Satanás, el diablo es su suegro”. Detrás del sentido humorístico hay una realidad amarga como lo atestiguan cientos que han sufrido las consecuencias de un yugo desigual.
Quizás te preguntes cómo puedes estar seguro de que alguien es por cierto hijo de Dios. Es cristiano quien tiene a Jesucristo en su vida, quien le ha pedido perdón por el pecado y ha aceptado su sacrificio en la cruz.
A las personas se las puede conocer por las prioridades, y actitudes que demuestran en su vida. Para ello es necesario pasar tiempo con las personas y no apresurarnos en forma desmedida. Recuerda que “todo tiene su tiempo”.
Al verdadero cristiano se lo conoce por sus frutos. Jesús mismo dijo : “Por sus frutos lo conoceréis”. ¿Existe un fruto genuino en la persona en la cual te estás fijando?
He aquí seis evidencias de un cristiano, según las encontramos en la primera carta
del apóstol Juan:
1) Con humildad confiesa su pecado diariamente (1.9).
2) Obedece la Palabra de Dios (2.3-6, en especial v.4).
3) Ama a su hermano (2.10).
4) No ama al mundo ni lo que éste ofrece (2.15).
5) No practica el pecado (3.9).
6) Vence el pecado (5.4).
Pero por otro lado, como cristiano no solamente es necesario casarte con otro cristiano, sino con un cristiano que crezca en el conocimiento del Señor Jesús, con un cristiano que no dificulte tu crecimiento espiritual sino que, por el contrario, te anime e inspire a crecer en tu fe.
Ante Dios toma la decisión de que te casarás con un compañero/a con quien puedas buscar el reino de Dios y su justicia toda la vida. ¡Nada puede ser más emocionante!
Debes tener presente que el matrimonio cristiano no está formado por dos personas sino por tres. La tercera parte es Cristo Jesús. En Él se halla la base de un noviazgo y un matrimonio feliz. Cristo es la fuerza unificadora de la pareja, por eso la Biblia advierte de no unirse en matrimonio con los que no aman al Señor.
Si quieres casarte, ser feliz y formar un hogar de acuerdo a los planes de Dios, debes encontrar un compañero/a que comparta tu fe en el Señor Jesús, ya que Él es el centro de unión. Tiene que haber una fuerza externa que invada el corazón del muchacho y de la chica, uniéndolos de manera permanente. O sea que ya no habrá dos voluntades sino una. Precisamente ésa es la voluntad de Dios, y los que aman a Cristo se entregarán gustosamente a ese proceso.
“No se unan en matrimonio con los que no aman al Señor”, dice Dios, y es terminante. También lo dice el sentido común; seamos, pues, inteligentes. La experiencia también lo dice, así que no la rechacemos. Hay que considerarlo muy seriamente.
Si desobedeces a Dios en esta cuestión, desperdiciarás tu vida. No habrá felicidad. Tu hogar nunca llegará a ser un hogar feliz, maravilloso, lleno del Espíritu Santo y de la gloria de Dios. Ten por seguro que de esa manera no encontrarás la plena felicidad que Dios te tiene reservada.